Existe un parentesco cercano entre el dragón y la serpiente. No sólo se asemejan en sus formas sino que comparten algunos aspectos míticos como la sangre del dragón, las piedras del dragón o la serpiente y, los huevos, estos últimos, talismanes de gran valor que aparecen en todas las culturas y en todos los tiempos. En el caso de los dragones, aparecen como seres corpóreos, que poseen también una buena dosis de lo fantasmal y lo demoníaco. Y de los dos, el dragón es, obviamente el personaje más monstruoso o demoníaco, particularmente cuando la mente humana lo asocia con espíritus malignos tal como lo evidencian algunas creencias que afirman que un dragón puede introducirse en el cuerpo humano, poseerlo y hacer que su víctima silbe. Aún así, el dragón tiene cualidades que lo ensalzan, razón por la cual los reyes gustaban de adoptar su nombre y flamear su emblema sobre los ejércitos.
En la lengua armenia, al dragón se lo llama Vishap, una voz de origen persa que significa “con saliva venenosa”. Vishap calificó también a Azhi Dahaka, un dragón de tres cabezas y figura demoníaca de la mitología persa. Por su lado, la mitología armenia hace la distinción entre “el jefe de los dragones” y otros dragones; porque el dragón engendra y se multiplica. Razón por la cual antiguas y bellas canciones hablan de misteriosas historias en las que un dragón y su prole viven cerca del Massis (Monte Ararat). O, las de un malvado dragón que secuestra a una hermosa princesa que se llama Tigranuhi que consiente al intruso. Hasta que el hermano de la princesa, el legendario rey Tigranes entabla combate con la bestia, lo mata con su lanza y rescata a la doncella. Otra historia refiere el caso de la Reina Satenik, la hermosa y vana esposa del rey Artaxias, a quien hechizó un tal Argavan, jefe de la tribu de los dragones, y tiene una relación amorosa con él. La historia sugiere que Argavan indujo a Artaxias a participar de un banquete en su honor en el palacio de los dragones. En plena fiesta y traicioneramente, atentó contra su invitado real. Se sabe que Artaxias escapó de la trampa con vida porque conservó a su reina infiel y murió de muerte natural.
Otras leyendas armenias cuentan que el dragón o los hijos de los dragones acostumbraban a robar niños y reemplazarlos con un pequeño espíritu maligno de su propia prole, que por lo general es siempre malvado. Una víctima de estos dragones y Devs (seres elementales) armenios fue Artavasd, hijo del rey Artaxias, quien fue amigo de Aníbal en su exilio y fundador de Artaxata. Cuenta la historia que durante su corta vida, Artavasd, se mantuvo siempre leal a sus extraños ancestros. Hasta que un día desapareció, inesperadamente porque se arrojó por un precipicio del venerable Massis. Los espíritus de la montaña o los mismos dragones lo recogieron y se lo llevaron con ellos.
La más importante entre todas estas leyendas es la de Vahagn, el dios armenio del fuego, los truenos y los relámpagos quien ameritó el apodo de “cosechador de dragones” por haber combatido a los dragones tal como lo había hecho Indra, la antigua deidad védica. Los detalles de estos combates se han perdido en el tiempo, pero se cree que en aquellos días los dragones habrían sido los aliados de Vrtra, el espíritu de la sequía. Además, las canciones épicas mencionan a Anush como esposa de un dragón y madre de los hijos del dragón. Ella vivía en un barranco en el pico más alto del Massis.
Tal como los tenemos hoy en día, los registros permiten conjeturar que además del dragón había también una raza de hombres-dragones, nacidos de la unión de dragones con esposas humanas. No se tiene certeza de ello, sin embargo, no se sugeriría nada raro ya que la historia de las creencias humanas está repleta de esos “padres serpientes” de hombres notables. Vahagn matando al dragón Arutunyan (2010) |
La más importante entre todas estas leyendas es la de Vahagn, el dios armenio del fuego, los truenos y los relámpagos quien ameritó el apodo de “cosechador de dragones” por haber combatido a los dragones tal como lo había hecho Indra, la antigua deidad védica. Los detalles de estos combates se han perdido en el tiempo, pero se cree que en aquellos días los dragones habrían sido los aliados de Vrtra, el espíritu de la sequía. Además, las canciones épicas mencionan a Anush como esposa de un dragón y madre de los hijos del dragón. Ella vivía en un barranco en el pico más alto del Massis.
Estatuilla de reptiloide Cultura Ubaid (Iraq) - 4000 a.C. |
Al igual que otras culturas del mundo, los armenios asociaron los violentos fenómenos meteorológicos con el dragón. En un curioso pasaje, Eghisheh (siglo V) compara la ira de Yesdigerd I a una tormenta y al dragón en el centro de la misma. Eznik habla de la “ascensión del dragón” con lo que aparentaban ser “bueyes en el cielo”, y esta aserción concuerda con las crónicas armenias del medioevo acerca de la “elevación” del dragón, un evento acompañado siempre por truenos, rayos y lluvias torrenciales. Al respecto dice Vanakan Vardapet : “Aseguran que al Vishap lo levantan. Los vientos soplan en diferentes direcciones y luego se encuentran. Esto es un torbellino. Si no se anulan uno con otro, van hacia arriba. Sólo los tontos que observan esto se imaginan que es un dragón o cualquier otra cosa”. Otro autor medieval afirma que “el torbellino es un viento que va hacia arriba. Y que dondequiera haya un abismo o grietas o hendiduras, el viento entra en las venas de la tierra y en cuanto encuentra una abertura, se introduce como una nube condensada y con gran tumulto, desarraigando los pinos, llevándose las rocas y elevándolas con mucho ruido para luego dejarlas caer, y a esto lo llaman “la ascensión del dragón.” Aunque en este punto es igualmente debatible que el dragón sea una simple personificación del torbellino, una vertiente de agua o una nube tormentosa. Y también es importante señalar que al dragón se le rendía culto. Eznik agrega que por haber hecho al dragón tan monstruoso y enorme, Satanás obligó a los hombres a venerarlo. Un culto similar, sin duda, al que se ofrecía a los espiritus malignos en muchas otras tierras y que no se diferenciaba mucho del que se la rendía a la serpiente. Según este mismo autor, en tiempos sasánidas, se les permitía hasta a los magos celebraciones trienales al demonio basándose en que el mismo era malvado por propia voluntad y no de naturaleza, que podía convertirse y comenzar a hacer el bien. Todos estos ritos tenían que ver con el temor, del mismo modo que el gallo y la gallina negros tan frecuentes en el folclore armenio como ofrendas apropiadas para aquietar a los espíritus malignos, una costumbre que posiblemente origina en el culto al dragón de antaño. Por cierto, un testimonio definitivo con respecto a dicho culto se encuentra en los martirologios y específicamente en la historia de Santa Hripseme. Después de mencionar el culto al fuego y el agua el autor explica: “Y dos dragones, demoníacos y negros, fijaron su morada en una cueva en la roca, y allí sacrificaban a jóvenes vírgenes y mancebos inocentes. Como los demonios disfrutaban tanto de estos sacrificios, del fuego y las vertientes sagradas, producían una visión maravillosa con resplandores, temblores y enormes llamaradas de fuego. Y abajo, en el valle, estaba todo lleno de serpientes venenosas y escorpiones”.
Finalmente, tenemos el mito muy conocido entre los armenios que habla de la sangre del dragón. El mentado “tratado” entre el emperador Constantino y el rey armenio Tiridates III, un documento viejo y dudoso, indica que Constantino le presentó a su aliado armenio una lanza que había sido sumergida en la sangre de un dragón. El rey Arshag, hijo de Valarshag, también tenía una lanza bañada en la sangre de los “reptiles” con la que podía perforar las piedras más duras. Y se suponía que tales armas infligían heridas incurables.
Violeta Balián - 2012
Fuente: Mitología Armenia de Mardiros H. Ananikian (1925)
Fuente: Mitología Armenia de Mardiros H. Ananikian (1925)
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